Sionismo y el Tercer Reich

Sionismo y el Tercer Reich

   Por Mark Weber


   A principios de 1935, un barco de pasajeros con destino a Haifa, Palestina, zarpó del puerto alemán de Bremerhaven. En la popa podían apreciarse las letras hebreas que daban nombre a la embarcación, ''Tel Aviv'', mientras que la insignia de la esvástica ondeaba en lo alto del mástil. A pesar de que el barco era propiedad sionista, su capitán era miembro del Partido Nacionalsocialista. Años más tarde, un pasajero a bordo del barco recuerda esa simbólica combinación como ''metafísicamente absurda'' [1]. Absurda o no, nos encontramos ante una viñeta que forma parte de un capítulo prácticamente desconocido en la historia: la amplia colaboración entre el Sionismo y el Tercer Reich de Hitler.

   Parte 1: Objetivos Comunes

   Parte 2: Colaboración Activa

   Parte 3: Una Postura Oficial Reservada

   Parte 4: El Acuerdo de Traslado

   Parte 5: Logros del Haavara

   Parte 6: Los Sionistas Proponen una Alianza Militar con Hitler

   Parte 7: Conclusión

   Parte 8: Bibliografía

   1. Objetivos Comunes

   A lo largo del tiempo, diferentes gentes en multitud de países se han topado con el dilema de ''la cuestión judía'', es decir, cuál es el papel de los judíos dentro de una comunidad gentil. Durante la década de 1930, los judíos sionistas y los alemanes nacionalsocialistas compartieron enfoques similares a la hora de abordar este desconcertante problema. Ambos coincidían que tanto alemanes como judíos pertenecían a diferentes nacionalidades, y que los judíos no pertenecían a Alemania. Por consiguiente, los judíos viviendo en el Reich no eran considerados ''alemanes de fe judía'', sino más bien miembros de una separada comunidad con distinta nacionalidad. Así pues, el sionismo (nacionalismo judío) se comprometió con la colonización judía de Palestina, ''la tierra patria judía''.

   Theodor Herzl (1860-1904), fundador del sionismo moderno, sostenía que el antisemitismo no era una aberración, sino una respuesta natural y completamente comprensible por parte de las comunidades gentiles hacia las foráneas actitudes y comportamientos judíos. La única solución, argumentó, era que los judíos reconocieran la realidad y vivieran separados en un Estado propio. ''La cuestión judía existe allá donde los judíos habitan en números considerables'', escribió en su libro más influyente, El Estado Judío. ''Donde no existe, acaba surgiendo con la llegada de nuevos judíos...Creo comprender el antisemitismo, el cual es un fenómeno complejo. Como judío, observo su desarrollo sin odio o miedo''. Por lo tanto, Herzl sostenía que el problema judío no era una cuestión social o religiosa. ''Es una cuestión de nacionalidad. Para llegar a una resolución debemos, por encima de todo, convertirlo en un asunto político de carácter internacional...'' Sin importar la ciudadanía, recalcó que los judíos constituían no sólo una comunidad religiosa, sino también una nacionalidad, una gente, un pueblo [2]. El sionismo, escribió Herzl, ofrecía al mundo una grata ''solución final al problema judío'' [3].

   Seis meses después de que Hitler ascendiera al poder, la Federación Sionista Alemana, la mayor organización sionista del país, presentó un detallado memorándum al nuevo gobierno, en donde se analizaba la convivencia entre alemanes y judíos, ofreciendo apoyo formal para resolver la ''problemática judía''. El primer paso, debía ser una honesta aceptación de las principales diferencias nacionales [4]:

   El sionismo no niega la dificultad de la condición judía, la cual se basa principalmente en un patrón anormal de ocupación, y en su rechazo a una posición intelectual y moral que no está enraizada en su propia tradición. El sionismo reconoció hace varias décadas que, como consecuencia de la tendencia asimilacionista, sugirían síntomas de deterioro...

   El sionismo cree que el renacimiento del espíritu nacional y su gente, el cual está dándose en Alemania gracias al énfasis de sus atributos cristianos y nacionales, debe darse también en la nación judía. Para la comunidad judía, el origen nacional, la religión, el destino común y su naturaleza única deben jugar un papel decisivo en la conformación de su existencia. Esto quiere decir que el individualismo de la época liberal debe ser enterrado y sustituido por un sentimiento de comunidad y responsabilidad colectiva...

   Creemos que el actual Nacionalsocialismo en Alemania es precisamente el que puede, mediante una firme resolución de la cuestión judía, dar el paso definitivo para acabar con un problema que tarde o temprano deberá ser abordado por la mayoría de europeos...

   El reconocimiento de nuestra nacionalidad judía nos brinda una clara y sincera relación con el pueblo alemán, así como con sus realidades nacionales y raciales, precisamente porque no deseamos falsear esos principios, porque nosotros también nos posicionamos en contra de los matrimonios mixtos y aspiramos a mantener la pureza de la raza judía. Porque rechazamos cualquier tipo de intromisión en el ámbito cultural, nosotros, habiendo sido educados en el idioma y cultura alemanes, podemos mostrar genuina admiración y simpatía por sus obras y valores...

  Por meras cuestiones prácticas, el sionismo espera ser capaz de conseguir la colaboración de un gobierno que en esencia es hostil con los judíos, porque a la hora de tratar con la cuestión judía no hay sentimentalismo que valga, es un problema real cuya solución es de interés común, en especial entre el pueblo alemán...

   La propaganda de boicot, como la que se está llevando a cabo contra Alemania en diversas formas, es fundamentalmente anti-sionista, ya que el sionismo no busca batallar sino convencer y construir...

   No ignoramos el hecho de que la cuestión judía existe y continuará existiendo. Debido a la situación anómala de los judíos, éstos acaban sufriendo duros perjuicios, generando también condiciones intolerables en otras comunidades.

   El periódico de la Federación, Jüdische Rundschau (Revista Judía), transmitió un mensaje idéntico:

   El sionismo reconoce la existencia del problema judío y desea una solución constructiva y trascendental. Para cumplir con este objetivo, el sionismo ansía la colaboración de todas las naciones, anti-judías o no, porque según nuestro parecer, estamos tratando en esta ocasión con un problema concreto carente de sentimentalismo, cuya solución es anhelada por todas las naciones [5].

   Un joven rabino berlinés, Joachim Printz, quien posteriormente se asentó en Estados Unidos y se convirtió en el líder del Congreso Judío Estadounidense, escribió en su libro de 1934 Wie Juden (Nosotros Judíos), que la revolución Nacionalsocialista en Alemania significaba ''judería para los judíos [...] Ningún subterfugio puede salvarnos ahora. En lugar de la asimilación, optamos por un nuevo concepto: reconocimiento de la nación judía y de la raza judía [6].''

   2. Colaboración Activa

   En base a su común ideología con respecto a la nacionalidad y la etnia, nacionalsocialistas y sionistas trabajaron codo con codo por lo que cada grupo consideraba de su interés nacional. En consecuencia, el gobierno de Hitler apoyó con vehemencia el sionismo y la emigración judía a Palestina desde 1933 hasta 1940-41, cuando la Segunda Guerra Mundial impidió toda colaboración.

   Incluso cuando el Tercer Reich ya estaba asentándose firmemente, muchos judíos alemanes, probablemente la mayoría, continuaban considerándose a sí mismos alemanes primero. A pocos les entusiasmaba desarraigarse para comenzar una nueva vida en la lejana Palestina. No obstante, un número cada vez mayor de judíos alemanes simpatizaron con el sionismo durante este periodo. Hasta finales de 1938, el movimiento sionista floreció en la Alemania de Hitler. La tirada bisemanal de la Federación Sionista, Judische Rundschau, creció considerablemente. Multitud de libros sionistas fueron publicados. ''La labor sionista estaba en pleno desarrollo en Alemania durante esos años'', señala la Enciclopedia Judaica. Una convención sionista celebrada en Berlin en 1936 reflejaba ''en su composición el enérgico júbilo de los alemanes sionistas [7]''.

   La SS mostró un particular entusiasmo por el sionismo.  Un escrito interno de la organización en junio de 1934, exhortaba tanto al gobierno como al partido a colaborar de forma activa y a gran escala con dicho movimiento, siendo esta la mejor manera de fomentar la emigración de judíos alemanes a Palestina. Este proceso requeriría alentar la conciencia de uno mismo: escuelas judías, ligas de deporte judías, organizaciones culturales judías -- es decir, todo aquello que fomentase esa nueva conciencia debía ser promovido [8].

   El oficial de la SS Leopold von Mildenstein y el oficial de la Federación Sionista Kurt Tuchler, visitaron juntos Palestina durante seis meses para evaluar el desarrollo sionista en la región. Acorde con sus observaciones de primera mano, von Mildenstein redactó una serie compuesta por doce artículos ilustrados para el diario berlinés Der Angriff, publicada en 1934 bajo el título ''Un Nazi Viaja a Palestina''. La serie reflejaba gran admiración por el espíritu pionero y los logros de los colonos judíos. El autodesarrollo sionista, escribió von Mildenstein, había creado un nuevo tipo de judío. Elogió el sionismo, considerándolo un enorme beneficio tanto para los judíos como para el mundo entero. Una patria judía en Palestina, concluyó en su último artículo, ''mostraba el camino para curar una herida sufrida en todo el mundo durante muchos siglos: la cuestión judía.'' Der Angriff ilustró una medalla especial para conmemorar la unión SS/Sionista en la visita: en una de sus caras podía observarse la esvástica, mientras que en la otra se estampó la estrella de David. Unos meses después de que los artículos fueran publicados, von Mildenstein fue ascendido a líder del Departamento de Asuntos Judíos perteneciente al Servicio de Seguridad de la SS, con el fin de supervisar la migración y desarrollo sionista de forma más eficaz [9].

   El periódico oficial de la SS, Das Schwarze Korps, manifestó su apoyo al sionismo en mayo de 1935 en la página frontal de su editorial: ''Quizá no estemos tan lejos de presenciar como Palestina recibe de nuevo a sus hijos, los cuales han estado deambulando durante más de mil años. Que nuestro más sincero apoyo y afecto les acompañen en todo momento [10].'' Cuatro meses más tarde, un artículo similar apareció en el periódico de la SS [11]:

   El reconocimiento de la judería como una comunidad racial con vínculos de sangre, y no religiosos, garantiza sin reservas la separación racial de esta comunidad por el gobierno alemán, el cual concuerda completamente con este gran movimiento espiritual dentro de la judería, el también llamado sionismo, solidarizándose con éste en todo el mundo y rechazando todo tipo de integración asimilacionista. Bajo estas premisas, Alemania toma medidas que repercutirán decisivamente en la resolución del problema judío alrededor del mundo.

   En octubre de 1933, una importante compañía naviera alemana comenzó a transportar pasajeros desde Hamburgo a Haifa, Palestina, ofreciendo en sus travesías alimentos kosher estrictamente supervisados por el Rabinato de Hamburgo [12].''

   Gracias a este respaldo oficial, los sionistas trabajaron incesantemente para ''reeducar'' a los judíos alemanes. Tal y como señaló el historiador estadounidense Francis Nicosia en 1985 en El Tercer Reich y la Cuestión Palestina: ''Los sionistas fueron animados a difundir su mensaje en la comunidad judía, recaudar fondos, mostrar filmaciones de Palestina y educar a los judíos alemanes sobre dicha región. Existía una presión considerable en Alemania para hacer que los judíos cesaran de identificarse como alemanes y abrazasen en su interior la nueva identidad nacional judía [13].''

   En una entrevista después de la guerra, el antiguo líder de la Federación Sionista Alemana, Dr. Hans Friedenthal resumió la situación: ''La Gestapo hizo todo lo posible en ese tiempo para promover la migración, particularmente hacia Palestina. A menudo recibíamos su apoyo cuando solicitábamos la ayuda de otras autoridades para preparar los traslados [14]''.

   En septiembre de 1935, en el Congreso del Partido Nacionalsocialista, el Reichstag adoptó las llamadas ''leyes de Nuremberg'', que prohibían las relaciones sexuales y el matrimonio entre judíos y alemanes, proclamando así a los judíos como una nacionalidad foránea en minoría. A los pocos días, la publicación sionista Jüdische Rundschau dio la bienvenida a las nuevas medidas [15]:

   Alemania está cumpliendo con las demandas del Congreso Sionista Mundial cuando identifica a los judíos que habitan en Alemania como una minoría nacional. Una vez que los judíos han sido considerados como tal, es nuevamente posible establecer una buena relación entre la nación alemana y la judería. Las nuevas leyes permiten a la minoría judía en Alemania vivir de acuerdo con su propia cultura. En un futuro será capaz de concebir sus propias escuelas, su propio teatro, y sus propias asociaciones deportivas. En resumen, podrá crear su propio futuro en todas las facetas de su vida nacional...

   Alemania ha brindado a la minoría judía la oportunidad de vivir por sí misma, ofreciendo protección estatal para tal fin. Así pues, se incentivará el proceso de desarrollo para que la comunidad judía pueda convertirse en una nación, estableciendo en la medida de lo posible una relación más tolerable entre las dos naciones.

   Georg Kareski, líder de la Organización Estatal Sionista ''Revisionista'' y de la Liga Cultural Judía, también antiguo jefe de la Comunidad Judía Berlinesa, declaró a finales de 1935 en una entrevista para el diario berlinés Der Angriff [16]:

   Durante muchos años he sostenido que una completa segregación cultural de ambos pueblos [judíos y alemanes] es pre-condición necesaria para convivir sin conflictos... Desde hace tiempo he apoyado esa segregación, siempre y cuando se respete a la nación foránea. Creo que las leyes de Nuremberg, aparte de sus disposiciones legales, son perfectamente compatibles con el deseo de mutuo respeto...

   Por lo tanto, la interrupción del proceso de disolución en muchas comunidades judías, el cual había sido promovido a través de los matrimonios mixtos es, desde un punto de vista judío, bienvenido.

   Los líderes sionistas en otros países se hicieron eco de estos posicionamientos. En junio de 1938, Stephen S. Wise, Presidente del Congreso Judío Estadounidense y del Congreso Judío Mundial, declaró en un mitin: ''No soy un ciudadano estadounidense de fe judía, soy judío. Hitler tenía razón en un punto. Consideraba a los judíos una raza y somos una raza [17].''

  El especialista en asuntos judíos del Ministerio de Interior, Dr. Bernhard Lösener, mostró su apoyo al sionismo en un artículo del Reichsverwaltungsblatt en 1935 [18]:

   Si a día de hoy los judíos tuvieran su propio Estado en donde la mayoría estuviesen  asentados, entonces el problema judío podría considerarse resuelto, incluso para ellos mismos. Ha sido precisamente en la comunidad sionista donde hemos encontrado el menor número de oposición con respecto a las ideas subyacentes en las Leyes de Nuremberg, siendo los propios sionistas los que inmediatamente han reconocido que dichas leyes representan la única solución para el pueblo judío, ya que cada nación debe poseer un Estado propio con el que poder expresar externamente su particular nacionalidad.

   En cooperación con las autoridades alemanas, los grupos sionistas organizaron una red formada por unos cuarenta campos y centros agrícolas en todo el país, en donde los futuros colonos eran formados y preparados para su posterior vida en Palestina. A pesar de que a los judíos se les tenía prohibido exhibir la bandera nacional alemana, se les permitió específicamente el derecho a poder mostrar la bandera blanquiazul de la nación judía. Así pues, la bandera que un día representaría al Estado de Israel, fue izada en los campos y centros sionistas de la Alemania de Hitler [19].

   El servicio de seguridad de Himmler cooperó con la Haganah, la clandestina organizazión militar sionista en Palestina. La SS pagó a un oficial de la Haganah, Feviel Polkes, para que éste les proporcionase información sobre la situación en Palestina, además de cooperar con la migración judía en dicha región. Mientras tanto, la Haganah se mantuvo bien informada sobre los planes alemanes gracias a un espía infiltrado en el cuartel general de la SS [20]. La colaboración entre la SS y la Haganah llegó hasta un punto en que se entregaron armas alemanas a los colonos judíos para que éstas fueran usadas en los conflictos contra los árabes palestinos [21].

   Después de la violencia y destrucción desatadas en la Kristallnacht (La Noche de los Cristales Rotos), la SS apresuradamente ayudó a la organización sionista a recuperarse y continuar con su labor en Alemania, aunque en esta ocasión bajo una supervisión más estricta [22].

   3. Una Postura Oficial Reservada

   El apoyo alemán al sionismo no fue ilimitado. Tanto el gobierno como sus oficiales eran plenamente conscientes de la persistente campaña realizada por poderosas comunidades judías en Estados Unidos, Gran Bretaña, y otros países con el fin de movilizar a sus gobiernos y ciudadanos contra Alemania. Mientras la comunidad judía a nivel mundial permaneciese implacablemente hostil hacia la Alemania Nacionalsocialista y mostrase poco entusiasmo por asentarse de nuevo en la sionista ''tierra prometida'', un Estado soberano en Palestina no resolvería la cuestión judía. Al contrario, reflexionaron los oficiales alemanes, reforzaría notablemente la campaña contra Alemania. En consecuencia, el apoyo alemán al sionismo estuvo meramente enfocado en respaldar la creación de una tierra patria judía en Palestina bajo mandato británico, y no en un Estado soberano judío [23].

  En junio de 1937, el Ministro de Asuntos Exteriores informó a los diplomáticos que un Estado judío en Palestina no entraba dentro de sus planes, ya que no podría acoger a todos los judíos del mundo, sino que solamente serviría como un centro de poder adicional para la judería internacional, de la misma manera que Moscú sirvió como centro para el comunismo internacional. [24].  En 1937, reflejando un perceptible cambio en su política oficial, la prensa alemana mostró mucho más apoyo a la resistencia Palestina que a las ambiciones sionistas, en un momento en que la tensión y el conflicto entre judíos y árabes incrementaba de forma alarmante [25].

   El 22 de junio de 1937, un boletín informativo del Ministerio de Asuntos Exteriores advirtió que, a pesar de apoyar el asentamiento judío de Palestina, ''sería un error asumir que Alemania apoya la formación de un Estado en Palestina bajo dominación judía. En vista de la revuelta contra Alemania por la judería internacional, nuestra nación no comulga con la creación de un Estado judío en Palestina como vehículo de ayuda para alcanzar la paz entre naciones [26]. La proclamación de un Estado judío o una Palestina bajo administración judía,'' advirtió un memorándum interno de la sección de Asuntos Judíos de la SS, ''crearía un nuevo enemigo para Alemania, el cual ejercería una enorme influencia en Oriente Medio.'' Otra agencia de la SS predijo que un Estado judío ''trabajaría para proporcionar protección especial a la minoría judía de cada país, ofreciendo de ese modo protección legal para las actividades de explotación por parte de la judería internacional [27].'' En enero de 1939, el nuevo Ministro de Asuntos Exteriores de Hitler, Joachim von Ribbentrop, avisó en otro boletín informativo que ''Alemania debe considerar peligroso la formación de un Estado judío'' ya que ''otorgaría un incremento de poder mundial a la judería internacional [28].''

   A principios de 1938, el propio Hitler revisó personalmente todo este asunto, y, a pesar de que siempre se mostró escéptico con respecto a las ambiciones sionistas y sospechó que sus políticas podían contribuir a la creación de un Estado judío, decidió continuar respaldando la migración judía a Palestina con más vigor que nunca. La idea de expulsar a los judíos de Alemania, concluyó, compensaba todos los posibles peligros [29].

   Mientras tanto, el gobierno británico impuso restricciones aún más severas sobre la inmigración judía en Palestina, especialmente durante los años 1937, 1938 y 1939. En respuesta, el servicio de seguridad de la SS pactó una alianza secreta con la clandestina agencia Mossad le-Aliya Bet, con el fin de introducir ilegalmente judíos en Palestina. Como resultado de esta intensa colaboración, varios convoys de embarcaciones consiguieron burlar las cañoneras británicas e infiltrarse con éxito en la región. La inmigración judía desde Alemania -- incluyendo Austria --, fuese legal o no, incrementó drásticamente durante 1938 y 1939. Planeada estaba también la partida de 10.000 nuevos judíos en octubre de 1939. No obstante, el estallido de la guerra en septiembre impidió dicha labor. A pesar de todo, las autoridades alemanas continuaron promoviendo la migración indirecta de judíos a Palestina durante 1940 y 1941 [30]. Incluso hasta la tardía fecha de marzo de 1942, un campo de entrenamiento sionista (''kibbutz'') con emigrantes potenciales continuó operando en la Alemania de Hitler [31].

   4. El Acuerdo de Traslado

   El pilar central de cooperación entre alemanes y sionistas durante la época de Hitler fue el Acuerdo de Traslado, un pacto que permitió a decenas de miles de judíos alemanes migrar a Palestina junto con sus riquezas. El acuerdo, también conocido como el ''Haavara'' (''traslado'' en hebreo), fue pactado en agosto de 1933, tras varias charlas entre oficiales alemanes y Chaim Arlosoroff, Secretario Político de la Agencia Judía, el centro Palestino de la Organización Mundial Sionista [32].

   A través de este acuerdo único, cada judío con destino a Palestina depositaba su dinero en una cuenta especial en Alemania, que posteriormente era utilizado para la adquisición de productos de origen alemán, principalmente herramientas agrícolas, material de construcción, bombas, fertilizantes, etc. Estos bienes acabarían siendo exportados a Palestina. Una vez allí, eran vendidos de nuevo por la compañía judía Haavara, situada en Tel Aviv. El dinero recaudado en estas ventas se entregaba al emigrante judío a su llegada, una cantidad equivalente al ingreso realizado en Alemania. Multitud de productos alemanes fueron introducidos en Palestina a través del Haavara, que fue sustituido un tiempo más tarde por un acuerdo de trueque mediante el cual las naranjas palestinas eran intercambiadas por madera alemana, automóviles, maquinaria agrícola, etc. De ese modo, el acuerdo sirvió el objetivo sionista de atraer colonos judíos y capital a Palestina, a la vez que cumplía con el propósito alemán de librar al país de un grupo extranjero indeseado.

   Los delegados del Congreso Sionista celebrado en Praga en 1933, debatieron fuertemente las ventajas e inconvenientes del acuerdo. Algunos temían que el pacto dinamitaría el boicot económico internacional de la comunidad judía contra Alemania. Sin embargo, los oficiales sionistas apaciguaron la reunión. Sam Cohen, figura clave detrás del Acuerdo Haavara, puntualizó que el acuerdo no era económicamente ventajoso para Alemania. Arthur Ruppin, especialista en migración para la Organización Sionista y colaborador en la negociación del pacto, recalcó que ''el Acuerdo de Traslado no impedía de ninguna manera el boicot, ya que ninguna nueva divisa se introduciría en Alemania como resultado del pacto... [33]'' El Congreso Sionista de 1935 en Suiza aprobó el acuerdo por mayoría. En 1936, la Agencia Judía (el gobierno sionista de Palestina ''en la sombra'') tomó el control del Haavara, el cual permaneció en efecto hasta que la Segunda Guerra Mundial forzó su abandono.

   Algunos oficiales alemanes se opusieron al acuerdo. El Cónsul General Alemán en Jerusalén, Hans Döhle, criticó duramente el proyecto en diversas ocasiones durante 1937. Señaló que la exportación e intercambio de productos a través del acuerdo resultaría más costoso que si éstos se vendían en cualquier otro lugar. El monopolio de productos alemanes por parte de Haavara a través de la Agencia Judía en Palestina, enfureció tanto a empresarios alemanes como árabes. El respaldo oficial de Alemania al sionismo podía causar una pérdida de sus propios mercados en el mundo árabe. El gobierno británico también sufrió las consecuencias del Acuerdo [34]. En junio de 1937, un boletín interno del Ministerio de Asuntos Exteriores alemán señaló los ''sacrificios comerciales'' derivados del Haavara [35].

   En 1937, un memorándum del Ministerio del Interior alemán analizó las consecuencias del Acuerdo de Traslado: ''No existe la menor duda que el Acuerdo Haavara ha contribuido significativamente al rápido desarrollo de Palestina desde 1933. El Acuerdo no sólo ha suministrado al país una gran cantidad de dinero (de Alemania!), sino que también ha proporcionado los más cualificados inmigrantes y la maquinaria y productos industriales necesarios para su desarrollo.'' La mayor ventaja del pacto, señalaba el memorándum, fue la inmigración masiva de judíos a Palestina, el país más en el punto de mira por parte de Alemania. No obstante, el informe también remarcaba los inconvenientes mencionados por el Cónsul Döhle y otros representantes. Así pues, el Ministro del Interior acabó concluyendo que las desventajas del Acuerdo sopesaban los puntos a favor, y que por lo tanto debía darse por finalizado [36].

   Solamente un hombre podía resolver esta controversia. El mismo Hitler revisó las políticas en julio y agosto de 1937, y una vez más en enero de 1938. En cada una de las ocasiones decidió mantener el Acuerdo. El objetivo de expulsar a los judíos de Alemania, concluyó, justificaba los contratiempos [37].

   El Ministro de Economía del Reich ayudó a organizar otra compañía de traslado, la Agencia Internacional de Inversión y Comercio (Intra), a través de la cual los judíos en países extranjeros podían ayudar a sus compatriotas alemanes a emigrar Palestina. Unos 900.000 dólares fueron transferidos a través del Intra para cumplir con el objetivo [38]. Otros países ansiosos por colaborar con la migración judía pactaron acuerdos parecidos al Haavara con organizaciones sionistas. En 1937, Polonia autorizó la compañía de traslado Halifin (''intercambio'' en hebreo). A finales del verano de 1939, Checoslovaquia, Rumanía, Hungría e Italia habían firmado acuerdos similares. Sin embargo, el comienzo de la guerra en septiembre de 1939, impidió la puesta en marcha de estos acuerdos [39].

   5. Logros del Haavara

   Entre 1933 y 1941, unos 60.000 judíos alemanes emigraron a Palestina gracias al Haavara y otros pactos similares entre alemanes y sionistas. Esta cifra representaba un 10% de la población judía alemana en 1933. (Esa misma cifra conformaba el 15% de la población judía en la Palestina de 1939.) Algunos de los inmigrantes del Haavara transfirieron grandes riquezas personales desde Alemania a Palestina. Tal y como ha destacado el historiador Edwin Black: ''A mucha de esa gente, especialmente a finales de la década de 1930, se les permitió transferir réplicas de sus casas y fábricas -- esbozos exactos que atestiguaban su existencia [40].''

   Entre agosto de 1933 y finales de 1939, la cantidad total transferida de Alemania a Palestina a través del Haavara fue de unos 139,57 millones de marcos alemanes (equivalente a más de 40 millones de dólares en aquel entonces). Esta cantidad incluía 33,9 millones de marcos (13,8 millones de dólares) suministrados por el Reichbank en conexión con el Acuerdo [41].

   El historiador Edwin Black estima que una cantidad adicional de 70 millones de dólares podría haber sido transferida a Palestina, debido principalmente a posteriores acuerdos comerciales por parte de Alemania y transacciones bancarias internacionales. Los fondos recaudados tuvieron una gran repercusión en la subdesarrollada Palestina de 1930, puntualiza Edwin. Diversas iniciativas empresariales e industriales fueron puestas en marcha gracias al capital proveniente de Alemania, incluyendo sistemas de suministro y depuración de aguas por parte de Mekorot, o Lodzia en el mercado textil. El flujo de bienes y capital por medio del Haavara, concluye Edwin, ''produjo una explosión económica en la Palestina judía'' y fue ''un factor decisivo en la creación del Estado de Israel [42].''

   El Acuerdo Haavara contribuyó enormemente al desarrollo judío en Palestina, cooperando de forma indirecta en la fundación del Estado israelí. En enero de 1939, un boletín del Ministerio de Asuntos Exteriores alemán informó, con cierto recelo, que ''la transferencia de propiedad judía [mediante el Acuerdo Haavara] ha contribuido en gran medida a la creación de un Estado judío en Palestina [43].

   Antiguos oficiales de la compañía Haavara en Palestina confirmaron ese punto de vista en un detallado estudio sobre el Acuerdo de Traslado, publicado en 1972: ''La actividad económica que hizo posible el flujo de capital alemán, así como las transferencias de Haavara al sector público y privado, fueron de vital importancia para el desarrollo del país. Se establecieron nuevas industrias e iniciativas empresariales, y numerosas compañías que incluso a día de hoy son tremendamente importantes para la economía del Estado de Israel, deben su existencia al Acuerdo Haavara [44].'' Dr. Ludwig Pìnner, oficial de la compañía Haavara en Tel Aviv durante la década de 1930, comentó que los inmigrantes provenientes del Haavara mostraban una competencia excepcional, ''contribuyendo decisivamente'' al desarrollo económico, social, cultural y educativo de la comunidad judía en Palestina [45].''

   El Acuerdo de Traslado fue un ejemplo trascendental de cooperación entre la Alemania de Hitler y el sionismo internacional. A través de dicho pacto, el Tercer Reich aportó al desarrollo judío en Palestina mucho más que ningún otro gobierno durante la década de 1930.

   6. Los Sionistas Proponen una Alianza Militar con Hitler

   A principios de enero de 1941, una pequeña pero importante organización sionista entregó una proposición formal a los diplomáticos alemanes en Beirut, ofreciendo una alianza político-militar con Alemania en tiempo de guerra. La oferta fue propuesta por la clandestina organización ''Luchadores por la Libertad de Israel'', más conocida como ''Lehi'' o ''Stern Gang''. Su líder, Abraham Stern, había roto recientemente con el grupo radical nacionalista ''Irgun Zvai Leumi'' (Organización Militar Nacional, OMN), debido a la actitud de éste hacia Gran Bretaña, la cual había prohibido continuar con el asentamiento judío en Palestina. Stern declaró a Gran Bretaña como el enemigo principal del sionismo.

   Esta increíble proposición sionista ''para la solución del problema judío en Europa apoyando a Alemania activamente en la guerra'', merece ser citada con cierto detenimiento [46]:

   En sus charlas y declaraciones, los portavoces de la Alemania Nacionalsocialista han enfatizado que un Nuevo Orden en Europa necesita como requisito indispensable una solución radical de la cuestión judía por medio de la evacuación (''Europa libre de judíos'').

   Esta evacuación de las masas judías en Europa es totalmente necesaria para resolver dicha problemática. Sin embargo, la única manera de que esto pueda realizarse exitosamente es mediante el asentamiento de esas masas en la tierra patria de los judíos, Palestina, y a través del establecimiento de un Estado judío delimitado por sus fronteras históricas.

   Nuestro objetivo político, así como los años de lucha del Movimiento por la Libertad de Israel, la Organización Militar Nacional en Palestina (Irgun Zvai Leumi), es el poder resolver el problema judío y liberar a nuestro pueblo para siempre.

   La OMN es muy consciente de la buena voluntad del Reich Alemán y sus oficiales, especialmente hacia el sionismo en Alemania y su programa de migración. Por ese motivo opinamos que:

   1. Pueden existir intereses comunes entre el concepto alemán de ''Nuevo Orden Europeo'' y las auténticas aspiraciones nacionales del pueblo judío, representado por la OMN.

   2. Es posible una cooperación entre la Nueva Alemania y una renovada judería nacional-popular.

   3. El establecimiento de un histórico Estado judío de carácter nacional y totalitario, acompañado de una alianza formal con el Reich Alemán, mantendría y reforzaría el futuro poder de Alemania en Oriente Medio.

   Bajo estas consideraciones, y a condición de que el Reich Alemán reconozca las aspiraciones nacionales del Movimiento por la Libertad de Israel anteriormente mencionadas, la OMN en Palestina se compromete a luchar activamente del lado de Alemania en la guerra.

   Este ofrecimiento por parte de la OMN podría incluir actividad militar, política y de inteligencia en Palestina, y, tras diversas medidas organizativas, también en el exterior. Acompañando todas estas labores, se crearían unidades militares de judíos europeos, entrenados y organizados bajo el liderazgo de la OMN. Si dicho frente fuese creado, estaría dispuesto a participar en operaciones de combate con el propósito de conquistar Palestina.

   La participación indirecta del Movimiento por la Libertad de Israel en el Nuevo Orden de Europa, en combinación con una positiva y radical solución al problema judío acorde con las aspiraciones nacionalistas mencionadas anteriormente, reforzaría enormemente los pilares morales del Nuevo Orden a los ojos de toda la humanidad.

   La cooperación del Movimiento por la Libertad de Israel sería igualmente compatible con el reciente discurso del Canciller alemán, en donde Hitler recalcó que recurriría a todo tipo de estrategia o coalición con el fin de aislar y derrotar a Inglaterra.

   No existe documento alguno en respuesta por parte de Alemania. De todos modos, la aceptación de la propuesta debió ser improbable, ya que por aquel entonces la política alemana se había vuelto pro-árabe [47]. No obstante, lo increíble de todo esto es que la Stern Gang decidiera pactar con el Tercer Reich, en un momento en el que las historias sobre el exterminio del pueblo judío por parte de Hitler estaban cobrando cada vez más fuerza. Aparentemente, o la Stern no se creía esas historias, o bien estaba dispuesta a colaborar con el enemigo mortal de su gente con tal de que el Estado judío viera la luz [48].

   Un importante miembro del Lehi durante el periodo en que se elaboró la propuesta fue Yitzhak Shamir, futuro Ministro de Exteriores de Israel, y, durante gran parte de la década de 1980 y hasta junio de 1992, Primer Ministro. Ejerció como Jefe de Operaciones tras la muerte de Stern en 1942, organizando numerosos actos terroristas tales como el asesinato del Ministro Británico en Oriente Medio Lord Moyne (noviembre de 1944), o la muerte del mediador para las Naciones Unidas Conde Bernadotte (septiembre de 1948). Años más tarde, cuando se le preguntó a Shamir por la propuesta de 1941, confirmó que era consciente de esa sugerencia por parte de su organización, ofreciendo una alianza con Alemania en tiempo de guerra [49].

   7. Conclusión

   A pesar de la hostilidad entre el régimen de Hitler y la judería internacional, los intereses judeo-sionistas y nacionalsocialistas confluyeron durante un tiempo. Por una solución humana a un problema complejo -- deseada por ambos bandos --, el Tercer Reich estuvo dispuesto a colaborar con los sionistas, aunque esto supusiera realizar sacrificios de intercambio en el extranjero, dañar sus relaciones con Gran Bretaña o enfurecer a los árabes. De hecho, durante la década de 1930, ninguna otra nación hizo tanto por promover los objetivos judeo-sionistas como la Alemania de Hitler.

    8. Bibliografía

   1. W. Martini, "Hebräisch unterm Hakenkreuz," Die Welt (Hamburg), Jan. 10, 1975. Cited in: Klaus Polken, "The Secret Contacts: Zionism and Nazi Germany, 1933-1941," Journal of Palestine Studies, Spring-Summer 1976, p. 65.

   2. Quoted in: Ingrid Weckert, Feuerzeichen: Die "Reichskristallnacht" (Tübingen: Grabert, 1981), p. 212. See also: Th. Herzl, The Jewish State (New York: Herzl Press, 1970), pp. 33, 35, 36, and, Edwin Black, The Transfer Agreement (New York: Macmillan, 1984), p. 73.

   3. Th. Herzl, "Der Kongress," Welt, June 4, 1897. Reprinted in: Theodor Herzls zionistische Schriften (Leon Kellner, ed.), erster Teil, Berlin: Jüdischer Verlag, 1920, p. 190 (and p. 139).

   4. Memo of June 21, 1933, in: L. Dawidowicz, A Holocaust Reader (New York: Behrman, 1976), pp. 150-155, and (in part) in: Francis R. Nicosia, The Third Reich and the Palestine Question (Austin: Univ. of Texas, 1985), p. 42.; On Zionism in Germany before Hitler's assumption of power, see: Donald L. Niewyk, The Jews in Weimar Germany (Baton Rouge: 1980), pp. 94-95, 126-131, 140-143.; F. Nicosia, Third Reich (Austin: 1985), pp. 1-15.

   5. Jüdische Rundschau (Berlin), June 13, 1933. Quoted in: Heinz Höhne, The Order of the Death's Head (New York: Ballantine, pb., 1971, 1984), pp. 376-377.

   6. Heinz Höhne, The Order of the Death's Head (Ballantine, 1971, 1984), p. 376.

   7. "Berlin," Encyclopaedia Judaica (New York and Jerusalem: 1971), Vol. 5, p. 648. For a look at one aspect of this "vigorous life," see: J.-C. Horak, "Zionist Film Propaganda in Nazi Germany," Historical Journal of Film, Radio and Television, Vol. 4, No. 1, 1984, pp. 49-58.

   8. Francis R. Nicosia, The Third Reich and the Palestine Question (1985), pp. 54-55.; Karl A. Schleunes, The Twisted Road to Auschwitz (Urbana: Univ. of Illinois, 1970, 1990), pp. 178-181.

   9. Jacob Boas, "A Nazi Travels to Palestine," History Today (London), January 1980, pp. 33-38.

   10. Facsimile reprint of front page of Das Schwarze Korps, May 15, 1935, in: Janusz Piekalkiewicz, Israels Langer Arm (Frankfurt: Goverts, 1975), pp. 66-67. Also quoted in: Heinz Höhne, The Order of the Death's Head (Ballantine, 1971, 1984), p. 377. See also: Erich Kern, ed., Verheimlichte Dokumente (Munich: FZ-Verlag, 1988), p. 184.

   11. as Schwarze Korps, Sept. 26, 1935. Quoted in: F. Nicosia, The Third Reich and the Palestine Question (1985), pp. 56-57.

   12. Lenni Brenner, Zionism in the Age of the Dictators (1983), p. 83.

   13. F. Nicosia, The Third Reich and the Palestine Question (1985), p. 60. See also: F. Nicosia, "The Yishuv and the Holocaust," The Journal of Modern History (Chicago), Vol. 64, No. 3, Sept. 1992, pp. 533-540.

   14. F. Nicosia, The Third Reich and the Palestine Question (1985), p. 57.

   15. Jüdische Rundschau, Sept. 17, 1935. Quoted in: Yitzhak Arad, with Y . Gutman and A. Margaliot, eds., Documents on the Holocaust (Jerusalem: Yad Vashem, 1981), pp. 82-83.

   16. Der Angriff, Dec. 23, 1935, in: E. Kern, ed., Verheimlichte Dokumente (Munich: 1988), p. 148.; F. Nicosia, Third Reich (1985), p. 56.; L. Brenner, Zionism in the Age of the Dictators (1983), p. 138.; A. Margaliot, "The Reaction...," ad Vashem Studies (Jerusalem), vol. 12, 1977, pp. 90-91.; On Kareski's remarkable career, see: H. Levine, "A Jewish Collaborator in Nazi Germany," Central European History (Atlanta), Sept. 1975, pp. 251-281.

   17. "Dr. Wise Urges Jews to Declare Selves as Such," New York Herald Tribune, June 13, 1938, p. 12.

   18. F. Nicosia, The Third Reich (1985), p. 53.

   19. Lucy Dawidowicz, The War Against the Jews, 1933-1945 (New York: Bantam, pb., 1976), pp. 253-254.; Max Nussbaum, "Zionism Under Hitler," Congress Weekly (New York: American Jewish Congress), Sept. 11, 1942.; F. Nicosia, The Third Reich (1985), pp. 58-60, 217.; Edwin Black, The Transfer Agreement (1984), p. 175.

   20. H. Höhne, The Order of the Death's Head (Ballantine, pb., 1984), pp. 380-382.; K. Schleunes, Twisted Road (1970, 1990), p. 226.; Secret internal SS intelligence report about F. Polkes, June 17, 1937, in: John Mendelsohn, ed., The Holocaust (New York: Garland, 1982), vol. 5, pp. 62-64.

   21. F. Nicosia, Third Reich (1985), pp. 63-64, 105, 219-220.

   22. F. Nicosia, Third Reich (1985), p. 160.

   23. This distinction is also implicit in the "Balfour Declaration" of November 1917, in which the British government expressed support for "a national home for the Jewish people" in Palestine, while carefully avoiding any mention of a Jewish state. Referring to the majority Arab population there, the Declaration went on to caution, "...it being clearly understood that nothing shall be done which may prejudice the civil and religious rights of existing non-Jewish communities in Palestine." The complete text of the Declaration is reproduced in facsimile in: Robert John, Behind the Balfour Declaration (IHR, 1988), p. 32.

   24. F. Nicosia, Third Reich (1985), p. 121.

   25. F. Nicosia, Third Reich (1985), p. 124.

   26. David Yisraeli, The Palestine Problem in German Politics 1889-1945 (Bar-Ilan University, Israel, 1974), p. 300.; Also in: Documents on German Foreign Policy, Series D, Vol. 5. Doc. No. 564 or 567.

   27. K. Schleunes, The Twisted Road (1970, 1990), p. 209.

   28. Circular of January 25, 1939. Nuremberg document 3358-PS. International Military Tribunal, Trial of the Major War Criminals Before the International Military Tribunal (Nuremberg: 1947-1949), vol. 32, pp. 242-243. Nazi Conspiracy and Aggression (Washington, DC: 1946-1948), vol. 6, pp. 92-93.

   29. F. Nicosia, Third Reich (1985), pp. 141-144.; On Hitler's critical view of Zionism in Mein Kampf, see esp. Vol. 1, Chap. 11. Quoted in: Robert Wistrich, Hitler's Apocalypse (London: 1985), p. 155.; See also: F. Nicosia, Third Reich (1985), pp. 26-28.; Hitler told his army adjutant in 1939 and again in 1941 that he had asked the British in 1937 about transferring all of Germany's Jews to Palestine or Egypt. The British rejected the proposal, he said, because it would cause further disorder. See: H. v. Kotze, ed., Heeresadjutant bei Hitler (Stuttgart: 1974), pp. 65, 95.

   30. F. Nicosia, Third Reich (1985), pp. 156, 160-164, 166-167.; H. Höhne, The Order of the Death's Head (Ballantine, pb., 1984), pp. 392-394.; Jon and David Kimche, The Secret Roads (London: Secker and Warburg, 1955), pp. 39-43. See also: David Yisraeli, "The Third Reich and Palestine," Middle Eastern Studies, October 1971, p. 347.; Bernard Wasserstein, Britain and the Jews of Europe, 1939-1945 (1979), pp. 43, 49, 52, 60.; T. Kelly, "Man who fooled Nazis," Washington Times, April 28, 1987, pp. 1B, 4B. Based on interview with Willy Perl, author of The Holocaust Conspiracy.

   31. Y . Arad, et al., eds., Documents On the Holocaust (1981), p. 155. (The training kibbutz was at Neuendorf, and may have functioned even after March 1942.)

   32. On the Agreement in general, see: Werner Feilchenfeld, et al., Haavara-Transfer nach Palaestina (Tübingen: Mohr/Siebeck, 1972).; David Yisraeli, "The Third Reich and the Transfer Agreement," Journal of Contemporary History (London), No. 2, 1971, pp. 129-148.; "Haavara," Encyclopaedia Judaica (1971), vol. 7, pp. 1012-1013.; F. Nicosia, The Third Reich and the Palestine Question (Austin: 1985), pp. 44-49.; Raul Hilberg, The Destruction of the European Jews (New York: Holmes and Meier, 1985), pp. 140-141.; The Transfer Agreement, by Edwin Black, is detailed and useful. However, it contains numerous inaccuracies and wildly erroneous conclusions. See, for example, the review by Richard S. Levy in Commentary, Sept. 1984, pp. 68-71.

   33. E. Black, The Transfer Agreement (1984), pp. 328, 337.

   34. On opposition to the Haavara in official German circles, see: W. Feilchenfeld, et al., Haavara-Transfer nach Palaestina (1972), pp. 31-33.; D. Yisraeli, "The Third Reich," Journal of Contemporary History, 1971, pp. 136-139.; F. Nicosia, The Third Reich and the Palestine Question, pp. 126-139.; I. Weckert, Feuerzeichen (1981), pp. 226-227.; Rolf Vogel, Ein Stempel hat gefehlt (Munich: Droemer Knaur, 1977), pp. 110 ff.

   35. W. Feilchenfeld, et al., Haavara-Transfer (1972), p. 31. Entire text in: David Yisraeli, The Palestine Problem in German Politics 1889-1945 (Israel: 1974), pp. 298-300.

   36. Interior Ministry internal memo (signed by State Secretary W. Stuckart), Dec. 17, 1937, in: Helmut Eschwege, ed., Kennzeichen J (Berlin: 1966), pp. 132-136.

   37. W. Feilchenfeld, et al, Haavara-Transfer (1972), p. 32.

   38. E. Black, Transfer Agreement, pp. 376-377.

   39. E. Black, Transfer Agreement (1984), pp. 376, 378.; F. Nicosia, Third Reich (1985), pp. 238-239 (n. 91).

   40. E. Black, Transfer Agreement, p. 379.; F. Nicosia, Third Reich, pp. 212, 255 (n. 66).

   41. W. Feilchenfeld, et al., Haavara-Transfer, p. 75.; "Haavara," Encyclopaedia Judaica, (1971), Vol. 7, p. 1013.

   42. E. Black, Transfer Agreement, pp. 379, 373, 382.

   43. Circular of January 25, 1939. Nuremberg document 3358-PS. International Military Tribunal, Trial of the Major War Criminals Before the International Military Tribunal (Nuremberg: 1947-1949), Vol. 32, pp. 242-243.

   44. Werner Feilchenfeld, et al., Haavara-Transfer nach Palaestina (Tübingen: Mohr/Siebeck, 1972). Quoted in: Ingrid Weckert, Feuerzeichen (Tübingen: Grabert, 1981), pp. 222-223.

   45. W. Feilchenfeld, et al., Haavara-Transfer nach Palaestina(1972). Quoted in: I. Weckert, euerzeichen (1981), p. 224.

   46. Original document in German Auswärtiges Amt Archiv, Bestand 47-59, E 224152 and E 234155-58. (Photocopy in author's possession).; Complete original German text published in: David Yisraeli, The Palestine Problem in German Politics 1889-1945 (Israel: 1974), pp. 315-317. See also: Klaus Polkhen, "The Secret Contacts," Journal of Palestine Studies, Spring-Summer 1976, pp. 78-80.; (At the time this offer was made, Stern's Lehi group still regarded itself as the true Irgun/NMO.)

   47. Arab nationalists opposed Britain, which then dominated much of the Arab world, including Egypt, Iraq and Palestine. Because Britain and Germany were at war, Germany cultivated Arab support. The leader of Palestine's Arabs, the Grand Mufti of Jerusalem, Haj Amin el-Husseini, worked closely with Germany during the war years. After escaping

from Palestine, he spoke to the Arab world over German radio and helped raise Muslim recruits in Bosnia for the Waffen SS.

   48. Israel Shahak, "Yitzhak Shamir, Then and Now," Middle East Policy (Washington, DC), Vol. 1, No. 1, (Whole No. 39), 1992, pp. 27-38.; Yehoshafat Harkabi, Israel's Fateful Hour (New York: Harper and Row, 1988), pp. 213-214. Quoted in: Andrew J. Hurley, Israel and the New World Order (Santa Barbara, Calif.: 1991), pp. 93, 208-209.; Avishai Margalit, "The Violent Life of Yitzhak Shamir," New York Review of Books, May 14, 1992, pp. 18-24.; Lenni Brenner, Zionism in the Age of the Dictators (1983), pp. 266-269.; L. Brenner, Jews in America Today (1986), pp. 175-177.; L. Brenner, "Yitzhak Shamir: On Hitler's Side," Arab Perspectives (League of Arab States), March 1984, pp. 11-13.

   49. Avishai Margalit, "The Violent Life of Yitzhak Shamir," New York Review of Books, May 14, 1992, pp. 18-24.; Lenni Brenner, Zionism in the Age of the Dictators (1983), pp. 266-269.; L. Brenner, Jews in America Today (1986), pp. 175177.; L. Brenner, "Skeletons in Shamir's Cupboard," Middle East International, Sept. 30, 1983, pp. 15-16.; Sol Stern, L. Rapoport, "Israel's Man of the Shadows," Village Voice (New York), July 3, 1984, pp. 13 ff.

   From The Journal of Historical Review, July-August 1993 (Vol. 13, No. 4), pages 29-37.

   Mark Weber studied history at the University of Illinois (Chicago), the University of Munich, Portland State University and Indiana University (M.A., 1977). In March 1988 he testified for five days in Toronto District Court as a recognized expert witness on Germany's wartime Jewish policy and the Holocaust issue.

   Link artículo original: https://www.ihr.org/jhr/v13/v13n4p29_Weber.html

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